Este fin de año ha estado marcado por grandes eventos de una gran intensidad. Eventos que generan virulentas reacciones emocionales en las personas. Como nos explica Anael en la filosofía cósmica, las emociones son portales, que nos impulsan a determinadas acciones. Son puertas hacia lugares predeterminados. Si observamos la Historia, tenemos múltiples ejemplos de momentos en los que grandes eventos han provocado un gran sentimentalismo en la sociedad. Y por lo tanto, estas emociones que se generan en los individuos son puertas que se abren o direcciones hacia las cuales se impulsa al colectivo, que de ninguna manera son casuales.

Ante esta vorágine de sentimientos y emociones recientes, es importante hacer una reflexión: ¿estoy creando mi propia realidad? Nuestra realidad la construimos día a día con nuestros actos, con los pensamientos, y por supuesto con todo aquello de lo que nos rodeamos. Y esto se refiere también a lo que vemos y escuchamos. Si nos rodeamos de desarmonía, no podemos preguntarnos después porque nos sentimos exhaustos o con dolores corporales. Es importante elegir bien aquello que nos rodea, porque así estamos creando nuestra propia realidad, sin dejar que otros lo decidan por nosotros.

Es cierto que en la actualidad que vivimos, en la que los medios y redes sociales se han insertado tan profundamente en nuestro día a día, pudiera parecer más difícil eliminar todo aquello que nos perturba. Pero, es cuestión de organizarse, de hacer un monitoreo constante de todo lo que hay a nuestro alrededor, evaluando qué nos hace bien o que nos hace caer en la trampa de las emociones desatadas. El ser humano se ha convertido en una especie de zombie que es llevado por el colectivo, por los medios o por los demás hacia lugares comunes. Ahora bien, es el momento de preguntarnos ¿esos lugares comunes que frecuentamos los elijo yo? ¿o me son impuestos por la sociedad que me rodea? ¿me siento cómodo ahí? ¿me hace bien? Es por ello, fundamental recordar que todos podemos elegir nuestros días, que las decisiones son las que construyen nuestro bienestar o nuestra desarmonía.